Esta es la identidad del sacerdote: instrumento inmediato y diario de esa gracia salvadora que Cristo nos ha ganado. Si se comprende esto, si se ha meditado en el activo silencio de la oración, ¿cómo considerar el sacerdocio una renuncia? Es una ganancia que no es posible calcular. Nuestra Madre Santa María, la más santa de las criaturas —más que Ella sólo Dios— trajo una vez al mundo a Jesús; los sacerdotes lo traen a nuestra tierra, a nuestro cuerpo y a nuestra alma, todos los días: viene Cristo para alimentarnos, para vivificarnos, para ser, ya desde ahora, prenda de la vida futura.
La oración es, sin duda alguna, la mejor manera de acompañarme en este camino hacia la recepción del sacramento del orden. Es un pilar fundamental en la vida de todo cristiano, especialmente en momentos tan importantes como este. Agradezco profundamente cada una de sus oraciones, pues son un apoyo invaluable en mi preparación para este evento y para vivir mi vocación sacerdotal con fidelidad y alegría. Sepan que cada uno de ustedes estará siempre presente en mis oraciones. Abajo encontrarás algunos recursos que te podrían ayudar a rezar.